miércoles, 26 de diciembre de 2012

Puré de calabacín.

Invierno, temporada navideña, comidas de lo más copiosas... Qué mejor que un puré para limpiar la conciencia y el cuerpo. Dentro de los purés este es de los más suaves, así que los no propensos a comer verde no tendrán excusa para probarlo.
Se trata de algo muy básico, es de esas recetas que se hacen solas, que sólo hay que cortar y echar al caldero y el fuego se va encargando de hacer la comida. Y sólo necesitamos agua, calabacín, papa y cebolla.

Ingredientes:
- 2 calabacines
- 1 papa de tamaño medio
- 1 cebolla
- agua
- aceite de oliva
- sal

Proceso:
Empezamos por la cebolla. La cortamos y picamos fino ya que será lo primero que pongamos a pochar en el caldero con un rajolí d'oli (chorro de aceite) en el fondo, añadimos un poco de sal para que sude la cebolla y dejamos que se vaya haciendo a fuego lento.
Cortamos los calabacines longitudinalmente para que queden dos partes planas y poder trocear luego en dados de forma que con el mínimo número de cortes tengamos el trabajo hecho. Mientras vamos preparando los calabacines la cebolla se ha ido pochando, así que cuando tengamos todo el calabacín picado lo añadiremos al fuego y revolvemos con una cuchara de madera.


No lo dejamos mucho, lo suficiente para que el aceite y los jugos de la cebolla se mezclen en la superficie de cada dado de calabacín. Acto seguido añadimos agua justo hasta cubrirlo todo (este es el truco para no pasarse de agua y que no se quede un puré líquido o muy denso). Dejamos a fuego lento que el agua vaya hirviendo y que se cueza la verdura removiendo de vez en cuando.
Unos 20 minutos después es el turno de la papa para añadirla al puré. La cortamos trozo a trozo haciendo un pequeño tajo y girando la muñeca para que el cuchillo lo desgarre hasta cortarlo del todo. La sumamos al fuego y volvemos a revolver cuando esté toda la papa dentro. Lo dejamos otros 20 minutos sin quitarle el ojo para que no se queme, que cada vez el líquido será más denso.


Cuando la papa se deshaga al escacharla quiere decir que está listo para que la minipimer nos termine el trabajo. Apagamos el fuego, inclinamos el caldero, en el fondo en el que haya más espacio metemos la cuchilla y le damos caña hasta que quede todo hecho una masa densa y homogénea. Podemos ver en la foto que al sacar la batidora queda la marca de la circunferencia en la superficie. Eso indica que ya tendremos listo el puré.
Para decorarlo podemos usar un poco de pan tostado tipo picatostes o coscorrones que es como se ha llamado en mi casa de toda la vida y un trozo de queso en porciones tipo El Caserio o La Vaca que ríe.


Variedades:
Se puede añadir al puré para hacerlo más cremoso un poco de nata líquida en lo que lo batimos o incluso un cacho de queso para que se deshaga con el calor.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Hojaldre de atún.

¿Y para qué tener salsa de tomate hecha en la nevera o en el congelador? Pues para cosas como esta. El hojaldre de atún en mi casa es el plato socorrido para la típica cena de cada uno llevamos algo y ya si eso luego lo juntamos. Que son las que luego allá no puedes calentar, si llevas raciones individuales se te acaban desparramando por el camino, nunca tienes tiempo de preparar como se merecería y encima tienes que pensar que aguante al día siguiente porque seguro que sobrará un montón de comida.
La masa de hojaldre la puedes hacer en casa, pero es que entonces pierde toda la gracia. Puestos a pegarnos el curro de hacer hojaldre casero mejor meterlo en un milhojas que en una empanada. Así que yo suelo comprarlo en el supermercado. Normalmente está al lado de las masas de pizza frescas o de los preparados para pasteles. Vienen en paquetes de una hoja, así que deberás comprar dos si quieres hacer un hojaldre redondo (comen 3-4 personas como plato único) o una sola hoja si la quieres doblar por la mitad como si fuera un calzone.

El proceso para hacerlo es sencillísimo y queda de lo más resultón.
Ingredientes:
- 2 placas de hojaldre fresco redondo (por ejemplo)
- sofrito de tomate (casero, no pongáis uno de bote que matará el sabor a todo)
- 3 latas de atún
- aceitunas verdes deshuesadas
- pepinillos
- lechuga verde
- 1 huevo

Proceso:
Coloca en un plato hondo seis o siete cucharas de tomate. Si tenías una gran cantidad en un bote remuévelo antes, tiende a separarse el agua de la parte más densa.
En un plato a parte vacía las tres latas de atún escurridas. Vuélcalas al plato con tomate dejando los restos de aceite en el plato, el relleno ya es suficientemente húmedo con el tomate como para sumar aceite.
Pica aceitunas y pepinillos al gusto. Ten en cuenta que la aceituna cuando se calienta sube de sabor. Yo suelo ponerle siempre verdes y suaves, aunque si prefieres añade unas pocas negras.
Corta a tiras transversales un par de hojas de lechuga. Procura que sean verdes para que tengan más sabor, pero finas para que no le dé excesivo gusto. Dale vueltas a toda la mezcla.
Enciende el horno, con calor solo por debajo a 170 grados.


Saca una de las láminas de hojaldre, extiéndela sobre el mismo papel de horno en las que vienen y coloca la mezcla sobre él, cuidando de dejar el perímetro libre. A continuación extiende la otra lámina sobre el mármol de la cocina, recorta una tira del perímetro exterior y cubre el primer hojaldre con este recortado. Cierra el exterior enrollándolo sobre sí mismo como una empanada. Si quieres, aprovecha la tira sobrante para hacer algún dibujo.
Por último pinta el hojaldre con huevo batido. Si no tienes un pincel de cocina o una lengua, basta con que lo hagas con los dedos. En realidad no es más que para darle colorcillo, así que ni tiene que estar perfecto ni hace falta que te pases media hora intentando que cada milímetro esté pintado. Piensa que no conviene que el hojaldre esté fuera mucho tiempo o se reblandecerá en exceso.
Mételo en el horno a 170º. Cada horno es un mundo, y el hojaldre es muy delicado, así que ponlo 10 minutos, échale un ojo y ve mirándolo cada 5 minutos (en unos 20 suelo tenerlo listo). Si ves que el fondo del horno calienta más que el frente (habitual en hornos preparados para llevar un ventilador, pero que no lo tienen instalado) saca la bandeja y gíralo con cierta rapidez.
A su vez, si ves que la parte de encima se dora más rápidamente pon sobre él el papel de horno que venía en el segundo hojaldre pasados los diez minutos primeros (recomiendo dejarlo hasta entonces en la nevera).
Consejo: el hojaldre se infla mucho (en ciertos hornos muchísimo). Ten cuidado a dejar espacio por encima -pero no tanto como para que se queme por debajo-, o se pegará al techo y será imposible de salvar.
Antes de comer déjalo enfriar. Y si te sobra no olvides protegerlo para que no se seque.
¡Buen provecho!

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Básicos. Salsa de tomate.

En mi casa la salsa de tomate siempre ha sido un imprescindible. La usamos como acompañamiento para una tortilla de patata, para arreglar unas magras con tomate en cenas socorridas, para la pizza casera de muchos de los sábados por la noche, para poner un par de lomos de bacalao y dejar lista una comida a mi padre... Siempre hay un bote con salsa que no llega jamás a ponérsenos mala.
Con la mudanza he heredado la costumbre de tener tomate siempre preparado, aunque la verdad es que nosotros lo usamos mucho menos constantemente, así que ante el temor de dejarlo estropear una vez tras otra opto por congelarlo en botes individuales. Al ser envases pequeños, con sacarlo un par de horas antes se descongela solo sin necesidad siquiera de usar el microondas -que por otro lado odio hasta la saciedad-.
Además es una receta elemental ¡y en cada casa se hace de distinta forma! Para los que están empezando a meterse entre fogones o para los curiosos que quieren saber cómo lo prepara el vecino, os dejo aquí la receta de la salsa de tomate que preparaba mi abuela y que yo aprendí de verla preparar a mi madre todas las semanas de mi vida.


Y ya sabéis... si en vuestra casa se prepara de otra forma -cosa que no dudo- ¡mandad o enlazad vuestra versión!
Ingredientes.
- 1 bote de tomate triturado de 800gr (si se quiere pueden comprarse enteros y pelados y cortarlos uno mismo o pasarlo por el chino, en parte por rapidez, en parte porque me gusta no tener tropezones de tomate en la salsa yo lo compro directamente triturado)
- 1 cebolla
- 1  diente de ajo hermoso
- 1 cucharada de sal
- 1 cucharada de azúcar (si se prefiere puede usarse un sobrecito de sacarina en polvo y así será apto para diabéticos)
Proceso:
Trocear la cebolla en cachos pequeños, pero sin que llegue a ser un picadillo. Verter en una cazuela el bote de tomate. Poner aceite en una sartén pequeña hasta que haya unos milímetros en todo el culo.
Encender un fuego pequeño, donde colocaremos la sartén pequeña con aceite. Cuando ésta esté caliente echaremos la cebolla, bajaremos el fuego y le daremos un par de vueltas con una pala de madera para que toda la cebolla se impregne de aceite. Taparemos la sartén con una tapa para que no escape mucha humedad y la dejaremos pochando. Constantemente le daremos vueltas para que no llegue nunca a dorarse.
En paralelo encenderemos el fogón grande y con el fuego bajo colocaremos el puchero con la salsa de tomate para que vaya calentándose pero no llegue a hervir. No os olvidéis de la tapa. El tomate hace burbujas en seguida, que saltan hasta el último rincón de la encimera y que son de lo más molestas cuando les da por ir a donde el que cocina.
Picaremos un diente de ajo. Hace mucho tiempo le oí a Arguiñano que lo que repite del ajo es el núcleo, así que antes de picar siempre lo corto por la mitad y quito las dos mitades del corazón. Echamos el ajo picado en el puchero con tomate. Veréis que se le está empezando a hacer una espumita colorada. Con una cuchara le echamos la sal y el azúcar. Si no conocéis esa marca de tomate o simplemente si sois algo desconfiados -como yo- quedaros más cortos que otra cosa. Removed abundantemente. Es muy importante que ni la cebolla ni el tomate se os agarren. Para el tomate basta con no darle un fuego muy alto, pero la cebolla es otro cantar. Necesita ser constantemente mimada, de lo contrario las puntas fuera del aceite que toquen la pared de la sartén ennegrecerán y la parte que quede en el culo también.
El mayor problema que tiene que la cebolla se dore es que adquiere un toque amargo que resulta muy rico como acompañamiento de ciertas carnes, pero que para una salsa de tomate que tendrá mil y un usos igual te joroba el plato que decidas hacer dentro de tres días. Así que mejor tener paciencia, poner fuego lento y darle vueltas. Cuando la cebolla haya cambiado de textura, esté más blandita, mucho más pequeña de haber soltado el agua, y desprenda un olor dulce apagamos el fuego, la retiramos y la dejamos escurrir en un plato sobre una servilleta de papel lo más gruesa posible. Después la tiramos sobre la cazuela de la salsa y removemos. No le hemos puesto aceite. Por mucho que sequemos la cebolla siempre queja aceitosa, así que con eso hay de sobras para la salsa.
Subimos un pelín el fuego y esperamos a que la salsa se espese. Probamos cómo ha quedado de sal y de azúcar y completamos si creemos que le falta. Si además os animáis podéis echarle pimienta molida u orégano. Cuando veáis que la salsa está espesa al gusto la retiramos del fuego y la dejamos enfriar en un bote de plástico tapado con una tapa sin cerrar.
Ya veis, es elemental de hacer y en lo que cocináis otra cosa lo podéis dejar listo para tener provisiones en el congelador. Cuando lo hayáis descongelado se puede calentar en un cazo y sumarle atún escurrido, cachitos de anchoa o lo que se os ocurra para lo que vayáis a cocinar con ello.

domingo, 9 de diciembre de 2012

We're back!

Bienvenidos a todos los jinqueros, a los nuevos y a los viejos amigos reencontrados.
Nos conoceréis de otros blogs como jincateunapapa.wordpress.com, o no, que tampoco es que nuestras madres cuenten por tantos lectores. Os prometemos que al menos en nuestras casas nos conocen.

Esperamos que por estos lares encontréis recetas que os gusten y que las copiéis sin ningún tipo de clemencia. Gran parte de la cocina que hacemos los anónimos es eso, copiar de sitios varios, de la memoria familiar, de lo que hace el vecino, de lo que vemos cada día. Que no os engañen, inventar, inventar, se inventa poco.
Es por eso que intentaremos decir de dónde sacamos las fórmulas, que prometemos no poner jamás una imagen ajena -al menos sin citarla- y que invitamos a quien sea a mejorar nuestras recetas. Y ya si nos comenta qué cambios has hecho seremos felices como perdices.

La dinámica será sencilla. Los lunes post culinario en este blog, los miércoles recetas glucémicas en Jíncate un dulce y si no hay post... es que han podido fuerzas de causa mayor, como la manicura, el gato o nuestra tesis sobe la inmortalidad del cangrejo. Si queréis hacer el groupie nos encontraréis en nuestra página de Facebook. Y ya si os va el acoso íntimo os podéis poner en contacto vía correo electrónico en jincate@gmail.com.

Pues eso... no vamos viendo. Recordad. El miércoles aquí, mañana allí.